Paloma del Espíritu Divino, madre dulce querida del alma mía, te ruego me socorras con tu materno amor y consueles mi espíritu siempre devoto a ti y al Hijo que has concebido para luz y Verdad en el mundo de los mortales.
A menudo mi pensamiento corre a ti Gema de la eterna belleza divina, a fin de que tu manto de Misericordia de celeste paz, cubra mi dolorosa tristeza, por cuanto mis ojos ven y mis oídos oyen.
Tu dolor es grande lo sé, no menos es el mío, Madre de mi espíritu habitáculo de piedad infinita. Lo sabes Inmortal Amor, lo sabes, porque vivo y lucho; y sabes también, que nunca ha venido a menos el ardor de mi fe, hacia el fruto del vientre tuyo, Madre Justa y Bienaventurada.
Visítame Celeste Amor; porque tengo necesidad de enjugar tus lágrimas de sangre, y necesidad de confirmarte mi eterna gratitud por el bien que me concedes.
Mi espíritu es contigo Madre Mía.
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Juan de la Cruz
Juan de la Cruz
Santiago el hermano del Señor
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